1
Como el venado que quiere andar por los ríos,
así es el deseo de mi espíritu por ti.
2
Mi espíritu tiene necesidad ti mi Señor,
El verdadero Dios que vive ene l cielo;
¿cuándo tendré la suerte de estar delante de Dios?
3
Mis lágrimas son mi sustento durante todo el día,
Algunos me preguntan: ¿tu Señor dónde está?
4
Los recuerdos vienen a mí, la melancolía y pena llenan mi alma,
Antes andaba con gozo entre la gente
e iba con alegría al templo de Dios.
5
¿Alma mía porque hoy estás triste?
¿Por qué te preocupas?
Dios vendrá, porque hay que rezar por él
Y por la redención del alma.
6
Mi señor, mi alma está triste en mí;
Te recordé, por lo cual, desde el mismo Jordán,
Pasando por el monte de Mizar.
7
La profundidad está junto al otro abismo
Con todo el estruendo de las cataratas;
Tus mareas llegaron hasta mí.
8
Durante el todo día Dios envía su justicia,
y por las noches sus cánticos me acompañarán,
y mi plegaria estará con Dios cada día de mi vida.
9
Dios es mi ayuda, solo tedigo: ¿Por qué no te acuerdas de mí?
¿Por qué estoy triste cuando el enemigo me ataca?
10
Intentan hacerme daño, mis adversarios lucha con la maldad,
Todos me dicen: ¿Y yu Señor dónde está?
11
Mi alma se entristece,
y las nubes llegan a mi espíritu,
Tengo todas las esperanzas depositadas en Dios,
porque le alabo con fe,
Mi Dios y liberación llega contigo.
El Salm0 42 muestra como nuestra alma tiene sed de Dios
El hombre puede tener muchos bienes materiales y rodearse de la compañía de muchas personas, pero no todas estas serán siempre verdaderas amistades. Sólo Dios puede llenar todos los vacíos de nuestra alma, y así lo muestra el Salmo 42.
David está consciente de la necesidad que tiene su alma de llenarse del Dios vivo, y cómo su alma clama por su presencia. Una vida sin la presencia de Dios es una vida vacía, es como vivir en un abismo, y esto, al final, no es vida verdadera.
Por ello, se enfatiza en el Salmo 42 que Dios es vivo, y no es sólo un nombre hueco como muchos falsos dioses. David nos relata cómo de día y de noche sólo se alimentaba de sus lágrimas, y todos le preguntaban dónde estaba su Dios, pero él sentía la confianza de que sólo debía esperar a alabarle.
David sostuvo un dialogo consigo mismo y preguntó a su alma por qué se turbaba y se abatía, si sólo debía esperar en Dios y alabarle. Esto es lo mismo que nosotros debemos hacer cuando sintamos mucha inquietud: sostener un diálogo interno y traer a nuestra memoria que debemos confiar y esperar en el Dios de la vida, puesto que sólo el Dios verdadero es nuestra salvación.
No podemos caer en la falsa creencia de que es posible vivir sin llenar nuestros días con la presencia de Dios. Nuestra alma, por sí misma, necesita de Él. Son muchas las horas en las que puede atacarnos la aflicción, pero Dios siempre podrá sostenernos, tal como nos promete el Salmo 42.
En este Salmo 42 se nos revela que de día Dios siempre enviará su misericordia para que encontremos calma, y de noche sus cánticos estarán con nosotros para alegrarnos.
Lo único que necesitamos es reconocer que necesitamos de Dios y que podemos acudir ante Él siempre en oración.