1
Nuestro Señor no da fuerza y Dios es nuestro refugio y amparo,
Y siempre está en los peores momentos.
2
Por lo cual no hay que tener miedo aunque la tierra se mueva,
y las rocas se despeñen hasta el océano;
3
Incluso cuando halla tempestades o el mar este revuelto,
y las montañas vibren por su furia.
4
Los manantiales van hasta los pueblos llevando riquezas,
Desde lo más alto del altar de nuestro Señor.
5
Nuestro Señor nos observa desde su altar; y nunca duda.
Dios la dará ayuda al amanecer.
6
Clamaron los pueblos, temblaron los todos reinos;
Solo pronunció una palabra,
Y la tierra sufrió su fuerza.
7
Dios todos los hombreas y soldados nos protege;
Y nos cobija en su hogar.
8
Id y observar el poder de Dios,
que devastó la misma tierra,
9
Hace posible terminar las guerras,
Y rompe los arcos o las mismas fechas,
Destruyendo los carros de combate
con el mismo fuego.
10
Estad calmados porque el único Dios soy yo;
Los pueblos rezaran por mí;
Y seguirán mis preceptos.
11
Dios y su fuerza te acompaña;
La casa de Dios es tu protección.
Dios nos nuestra su amparo y fortaleza a través del Salmo 46
Pueden ocurrir muchas catástrofes o asomarse calamidades a la vida de un hombre, pero si este es creyente puede estar tranquilo, dado que su refugio se encuentra en Dios, tal como indica el Salmo 46.
Sólo Dios es nuestro amparo y fortaleza, solamente en Él es posible encontrar calma al momento que se presenten las tribulaciones. En el Salmo 46 se nos dice que pueden ocurrir cosas terribles, pero jamás debemos temer.
El Salmo 46 incluso menciona que, aunque la tierra fuese removida o se turben las aguas, el miedo jamás debe estar presente. Asimismo, tampoco debemos temer ante el hombre, porque es Dios quien en realidad acumula el máximo poder.
La ciudad de Dios vive alegre, porque Él mora en medio de ella y, por lo tanto, jamás será sacudida, sino que cada día Dios acompaña a su pueblo y aclara las mañanas para ellos. El mejor refugio del que dispone el hombre es en esta morada del Señor, en su ciudad.
No podemos pretender vivir alejados de Él ni de la verdad, ya que el Dios de los ejércitos, como también es denominado, protege a sus seguidores y fieles creyentes.
No es un dios cualquiera, sino que es el Dios de Jacob, el mismo que ha existido desde tiempo indefinido, y los fieles no podemos dudar de que Él es nuestro verdadero amparo.
El salmista exalta el gran poder de Dio al mencionar que nuestro Señor es capaz de quemar carros de fuego, quebrar los arcos, cortar las lanzas y hacer cesar las guerras.
No importa qué tan duras sean las batallas, el creyente fiel debe permanecer tranquilo y con plena confianza de que nuestro Señor siempre le rescatará y peleará por Él. Dios jamás dejará solos a sus hijos.
Sabiendo esto, no existen motivos para perder nunca la calma, porque el Salmo 46 es realmente tranquilizador. Dios es nuestro refugio y amparo.