1
Dios ten piedad conmigo, porque el mismo hombre me ataca;
me tiranizan todos los días.
2
Durante el día mis adversario me pisan,
Combatiendo contra mí con arrogancia.
3
El día que tenga miedo,
Me entregaré a ti.
4
Honraré la palabra de mi Señor;
Porque en el he depositado toda mi fe; no tendré miedo.
¿Qué daño podrá causarme el hombre?
5
Durante todo el día confunden mis palabras;
Y sus malos juicios son contra mí.
6
Se juntan, y también se ocultan,
Observan mi camino,
Y están a mi alrededor.
7
¿Se salvarán a pesar de sus injurias?
Dios, elimina en tu furia el mal de los pueblos.
8
Conoces mis obras;
Depositas mi lloros en tu frasco
¿Todo está estipulado en tus mandamientos?
9
Por lo cual mis adversarios serán derrotados el día que rece.
Porque Dios está conmigo.
10
Mi señor te rezaré con tu mensaje;
Y santificaré tu palabra.
11
Porque confío en Dios no tendré miedo.
¿Qué daño podrá causarme el hombre?
12
Debo seguir los preceptos de mi Dios;
Te daré sacrificios por el bien que haces
13
Libras mi alma del mismo mal,
y mi camino de la oscuridad,
para pueda caminar al lado de Dios,
con la luz que ilumina mi vida.
La verdad del Salmo 56
En este hermoso Salmo 56 David proclama uno de los versos más hermosos que puedan existir: “En Dios he cifrado mi confianza. No tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre terrestre?” Es tanta la seguridad que David siente que él pide misericordia a Dios para que sus enemigos no lo continúen persiguiendo.
David es testigo cómo muchos de quienes él creía que eran cercanos o tomaba por amigos ahora lo traicionan. Este es un sentimiento que nosotros también podemos llegar a experimentar. El sufrimiento por la traición de quienes jamás lo hayamos imaginado.
Sin embargo, al igual que David, debemos pedir el socorro de Dios, sin importar con cuanta fuerza nuestros enemigos quieran oprimirnos. El mismo David menciona en este Salmo 56 que él sintió que era pisoteado y atacado con soberbia.
Fue entonces cuando el salmista pidió a Dios tener misericordia de él, porque de lo contrario sería devorado por el hombre. David menciona en este Salmo 56 que, en el día de sus temores, él sólo confía en Dios.
Si David, que fue ungido por Dios, llegó a cometer errores, y vivió momentos de huida y de temor, es normal que nosotros también sintamos esas mismas emociones. David ha sido de los pocos hombres que ha dejado ver sus emociones y todo cuanto le causaba dolor, a través de sus salmos.
Hoy día, los Salmos del Rey David también deben ser una fuente de esperanza para nosotros, especialmente cuando sintamos que caminamos a tientas, en la oscuridad, que no podemos identificar a nuestros enemigos, pero que sabemos que son muchos y nos quieren hacer daño.
Esperar en Dios es la mejor decisión que los cristianos podemos tomar, y exclamar, tal como lo hizo David en el Salmo 56, “Yo en ti confío”. Sólo nuestro Señor puede protegernos de quienes no tienen otros pensamientos, sino de maldad para con nosotros.