1
Mi Señor, acude en mi ayuda;
Corre y protegeme.
2
Serán humillados y avergonzados
los mismos que me quieren eliminar;
la suerte se volverá en contra suya
y con deshonra a todos,
los que quieren que me vaya mal.
3
Que se giren humillados, los que me ofenden,
Y los que se ríen de mí.
4
Serán felices los mismos que te encuentran,
y siguen tu justicia para alcanzar la salvación:
¡bendito sea nuestro Señor!
5
Yo humilde y menesteroso;
Correré hacia ti Señor.
Mi protector y mi luz es Dios;
David proclama: engrandecido sea Dios según el Salmo 70
Claramente, en el Salmo 70, David sentía miedo, angustia, se encontraba en una situación desesperante y acudió a Dios para pedirle que fuese urgentemente en su socorro.
Nosotros los hombres, ¿en quién podemos realmente confiar cuando atravesamos dificultades? Muchos acuden a otros hombres, también mortales, buscan ayuda en cualquier sitio, pero pocos elevan su mirada al cielo, en búsqueda del verdadero sostén.
Sólo Dios tiene la suficiente fuerza para mantenernos de pie cuando las cosas no marchan bien en nuestras vidas. Ningún otro hombre, político, instituciones, ni nadie puede ayudarnos como nuestro Señor.
David estaba convencido de esto, y por ello, en el Salmo 70 él le pide a Dios: “apresúrate”. Nadie puede actuar con mayor prontitud que el Señor. Si algunas veces las cosas no ocurren en el momento que nosotros esperamos, debemos estar claros que el tiempo de Dios es diferente al nuestro, y que Él no puede equivocarse en nada, por lo que sólo nos queda esperar y confiar.
Las circunstancias que atravesaba David eran difíciles, porque su misma vida estaba en peligro, él lo afirmó al pedirle a Dios que fuesen avergonzados y confundidos todos los que buscaban su vida.
David también tuvo que vivir con el hecho de que muchos le desearan el mal, y ante esto sólo Dios podía protegerlo, no había otro lugar más seguro que la morada que proveen las alas de Dios, cuando nos acobija bajo sus sombras.
En este Salmo 70 la intención de David es que nuestro Dios sea engrandecido, y que todos sintamos alegría, regocijo y, por lo tanto, le busquemos. David nos pide que engrandezcamos a Dios y que amemos su salvación.
El salmista comenta que se siente pobre y necesitado, pide a su Padre que lo atienda prontamente porque si de algo está seguro es de que Dios era su libertador. Este es el mejor ejemplo que nosotros podemos seguir.