Salmo 3

1

¡Oh Dios, como crecen mis adversarios!

Son muchos los que luchan contra mí.

 

2

Muchos de ellos dicen directamente mi alma:

No tendrán salvación con Dios.

 

3

Pero tú, oh Dios, eres mi protector, estando a mi lado,

mi gloria y el que anima levantando mi cabeza.

 

4

Con mi palabra recé a Dios,

y él me contestó desde su santa montaña. Selah

 

5

Yo me incliné y seguidamente me dormí;

y me desperté tranquilamente,

porque Dios me ayudaba.

 

6

No tendré miedo a las masas

que  estén en contra mía.

 

7

¡Álzate, oh Dios! ¡Libérame, Dios mío!

Porque tú hiciste heridas a todos mis adversario en la misma mejilla;

Rompiste los dientes a los pecadores.

 

8

Dios es la salvación;

sobre tu pueblo será tu salvación.

Salmo 3

 

Oración matutina de confianza en Dios

Es normal sentir miedo cuando los enemigos parecen más que las fuerzas que se tienen para combatir. El mismo Rey David experimentó esto cuando compuso el Salmo 3, en el cual le dijo a Dios: “Oh Jehová, ¡cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí”.

Sin embargo, el Salmo 3 también es una prueba de la confianza que se debe tener en Dios para que sea Él quien tome las acciones más contundentes y haga retroceder a todos nuestros enemigos.

Nada es más sanador que despertar cada mañana y repasar este Salmo 3, ya que, así como Dios fue un escudo de salvación para David, también lo será para nosotros, puesto que son cualidades inherentes al Señor el defender a sus siervos.

Sentirse cabizbajo en algún momento también es algo que puede suceder. En muchas ocasiones de la vida sentimos que no tenemos más fuerzas para luchar, pero este hermoso Salmo 3 es una prueba ferviente de que Dios levantó la cabeza de David en aquellos momentos en los que él sintió no poder continuar.

David testifica que clamó a Dios y que Él efectivamente le respondió desde su monte santo. Y luego de ello, David relata en este Salmo 3 cómo se pudo acostar y dormir, y luego despertar nuevamente, y todo esto lo puedo hacer únicamente porque Dios lo sustentaba.

Muchas veces podemos vivir grandes tribulaciones que nos aturden y sentimos que el mundo está por acabarse para nosotros, pero la confianza en Dios debe ser absoluta, y este Salmo 3 es una certeza de ello.

Solo la confianza en Dios nos permitirá ir a la cama, conciliar el sueño y levantarnos con más fuerzas, seguros de nosotros mismos y sin ningún tipo de temor. Así mismo le ocurrió a David, quien sostuvo: “No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí”. La confianza en Dios debe ser absoluta.