1
Dios oye mi mensaje;
Medita sobre mis plegarias.
2
Mi Señor, haz caso a mis palabras,
Sencillamente porque eres mi guía.
3
Dios, cuando se haga de día volverás a escuchar mi palabra;
Y al amanecer estaré esperando a tu lado.
4
Mi Señor huyes de la malicia;
Y nunca darás cobijo a la iniquidad.
5
No apoyarás a los pecadores;
detestas a todos los impíos
que actúan maldad.
6
Eliminarás a los mismos que defienden las mentiras;
Igual que al ser malévolo y embaucador.
7
Un servidor, por ser fiel a tu bondad, viviré bajo tu refugio;
con respeto rezare mirado tu trono.
8
Llévame por el camino de la justicia, oh Dios, en tu justicia,
Para evitar a mis adversarios;
Encauza mi camino hacia el bien.
9
Solo salen mentiras de mis enemigos;
Su interior está completo de devastación;
Su cuello parce una tumba abierta;
con su boca dicen improperios.
10
Dios castígalos;
Hazles caer en sus propias trampas.
Destiérralos de la faz de la tierra por sus injusticas,
porque se pusieron en contra tuya.
11
Congratúlate por todos aquellos que tienen la esperanza depositada en ti;
Rezan con alegría porque tu estas con ellos, al mismo tiempo que los ayudas;
y alégrense por ti los que sigue tu obra.
12
Tú, mi Dios, salvarás al fiel;
Y tu amor será su protección.
El Salmo 5, la mejor plegaria pidiendo protección
Ante el miedo y la incertidumbre, no queda otra opción para el fiel que elevar sus ruegos a Dios solicitando su protección, tal como lo hizo el Rey David en este Salmo 5.
Solamente en Dios podemos encontrar todas las certezas ante las situaciones del mundo que no podamos comprender, y ante las cuales sintamos temor.
David clamó a Dios pidiendo su protección, y la voz del salmista ciertamente era de clamor. Un momento especial para orar es en la mañana, tal como nos enseñan en este Salmo 5.
Ningún momento es mejor que cuando despertamos y observamos que tenemos la dicha de tener vida, una vez más. Aunque parezca rutinario despertar y hacer nuestras labores, es importante para nuestro bienestar hacer plegarias para pedir nuestra protección y poder afrontar todos los retos o las acechanzas del enemigo.
No importa que trágico luzca todo, o cuantas afrentas tengamos que soportar; lo único que debemos hacer es esperar en nuestro Señor. Nuestro Dios, tal como menciona el Salmo 5, no habita en el mal. Por lo tanto, quienes causan el mal habrán de perecer.
Dios es protección segura para los justos. Por su gran misericordia, todos los que creemos en la palabra del Señor, entraremos en su morada, y Dios nos defenderá del mal; pero, los impíos pagarán por su maldad.
El escudo protector de Dios dará resguardo a quienes escuchan sus mandamientos y transitan en sus sendas de justicia. El mejor recurso con el que contamos los creyentes para invocar a Dios y que este se incline y escuche nuestros pensamientos, es a través de la oración. Orar nos mantiene la fe viva y nos ayuda a estar más cerca de nuestro Señor soberano. Ante cualquier tribulación, así Dios ya sepa lo que estamos viviendo, debemos comunicarnos con él, y encontraremos un gran alivio. El poder de la oración es inigualable.