1
Afortunado la criatura que no transito al lado de los malvados,
Ni estuvo en cerca de los pecadores,
Ni se junta con los impúdicos;
2
Sino que halla en la ley de nuestro señor la felicidad,
Y piensa en su palabra todo el día.
3
Echará raíces como un árbol cerca del río,
Con el tiempo dará más semillas,
Y su hoja será perenne;
Y creará prosperidad en el mundo.
4
Al revés que los pecadores,
Que son como el polvo que desaparece con el propio viento.
5
Al final, los proscritos desaparecerán el día del juicio,
Ni los pecadores en la mesa de los justos.
6
Porque la ley de Dios conoce la senda de la verdad;
Más el camino de los impuros desaparecerá.
El camino del Salmo 1
El Salmo 1 se le conoce como el salmo de El Justo y los Pecadores, aunque este en verdad es de los 34 salmos que no poseen título, habla sobre los caminos que hay que tomar en el vida. Frente al hombre se ponen dos caminos: el primer camino es de un hombre que medita, sigue los mandatos de Yahveh y se aleja de conductas impuras y guiadas por otros hombres.
Mientras que el segundo camino es guiado por hombres quienes siguen su propio criterio en vez de seguir los mandamientos establecidos por dios. Este salmo también hace referencia a Cristo como el primer bienaventurado, el último hombre bendito y feliz entre todos los hombres pecadores e impíos.
Este salmo es una guía y una clave para la felicidad, en este salmo se refleja la búsqueda del hombre por la felicidad y de qué caminos toma para alcanzar la felicidad. Desde la perspectiva divina, la clave de la felicidad esta en alejarse del pecado y acercarse a Dios a través de su palabra, en acercarse a Cristo, reconocer el pecado y permitir que Dios abra un nuevo camino para uno.
Si una persona se aleja del camino de Dios y no se convierte en un bienaventurado, este salmo explica que estará condenado a deambular a donde el viento quiere llevarlo, sin rumbo fijo porque este ya estará perdido. El camino de los malos explica que tiene 3 niveles: el cuestionamiento del pecado, consentimiento y ejecución del pecado, y por último el querer inducir a otros a las mismas prácticas.
En las primeras versiones traducidas de los salmos, el salmo 1 se unía al salmo 2 ya que este último tiene la frase “como se dijo en el primer salmo” por eso se pensaba que era una continuación. Son embargo, en nuevas traducciones estos dos salmos fueron separados.