Salmo 125

1

Los que encomiendan a  Dios

son iguales que  el monte Sion, eternos.

 

2

En Jerusalén hay montes su alrededor,

así Dios está protegiendo a sus discípulos ,

para eternidad.

 

3

No sobrevivirá el cetro de la injusticia

sobre la verdad de los fieles,

para que la injusticia no llegue a los discípulos de nuestro señor.

 

4

Hacer el bien, oh Dios, a los misericordiosos

y a los que son bondadosos.

 

5

Que nuestro Señor haga que los pecadores que se desvíen del buen camino,

vayan a la oscuridad.

¡Que llegue la paz  en la ciudad de Israel!

 

salmo 125

El Salmo 125 un bonito viaje que lleva a Dios

El salmo 125 pertenece a las canciones que realizaban los peregrinos que se dirigían a Jerusalén por el Sur, en las estepas del Negueb, en donde los ríos están secos durante la mayor parte del año.

Este salmo refleja la moralidad de los feligreses cuando salieron de ser cautivos en Babilonia. Por un lado eran felices porque Dios los había sacado del exilio y por otro sufrían grandes penurias por lo devastada que quedó Israel después del exilio.

El retorno del exilio fue tan insólito que les parecía un sueño y por ello en este salmo dan alabanza y gratitud porque vuelven a su lugar de origen después de tanto tiempo. Es la oración de un pueblo que sufriendo en el destierro y estando lejos del reino, ya está salvado.

Por la resurrección de Cristo, Dios ha cambiado la suerte de Sion. Pensar en el triunfo del hombre, parece un sueño, casi no creen tanta felicidad, el Señor ha estado con nosotros.

El deseo de Dios es que los justos no extiendan sus manos hacia el delito, porque cuando los impíos dominan el gobierno algunas de las buenas personas son tentadas a caer en los mismo actos de maldad; es pedir a Dios que guie y haga el bien a la gente buena para que no caía en actos malvados.

A la alegría del pueblo que clama: ya ahora estamos salvados, se le une la súplica por una salvación y liberación total que abarque a toda la humanidad. Que Dios cambie nuestra suerte, la de la humanidad que es esclava aún y la de los hombres que viven sin esperanza.

Y que siempre esté presente el pensamiento de que después de un sufrimiento viene la alegría. Los que se aferran a Dios, a su promesa y al camino que ha trazado para nosotros, aunque tengamos problemas y dificultades en este, al final encontraremos la paz.