Salmo 150

1

¡Alabado seas! Rezar a  nuestro Señor en su trono;

Rezarle en el cielo de su gloria.

 

2

¡Aleluya! por sus grades obras;

¡Aleluya! Su gloria y bondad.

 

3

Admirarle con música celestial;

Admirarle con devoción e instrumentos.

 

4

Admirarle con panderetas y bailes;

Admirarle con alegría y trompetas.

 

5

Admirarle con el sonido de las campanas;

Admirarle con campanas de alegría.

6

¡Todo el que viva que rece a Dios!

¡Amen!

salmo 150

 

El Salmo 150 es sinfonía preciosa

El libro de los salmos finaliza con el salmo 150, el cual promueve que sean inmensas y gigantescas las alabanzas al señor, al igual que siempre estén presente. Este salmo nos ayuda a entender dónde, por qué, cómo, y quienes debemos alabar a Dios.

¿Dónde debemos alabar a Dios?

Alabar a Dios en su santuario, desde lo más profundo del corazón, entendiendo la grandeza y la omnipotencia de nuestro señor, ese es el lugar correcto para mostrarle a Dios que le alabamos y le bendecimos.

¿Por qué alabar a Dios?

Alabar a Dios por sus grandezas, por sus inmensidades, por su benignidad, por su amor, por su santidad, alabadlo por sus victorias y triunfos.

¿Cómo debemos alabar al Señor?

Alabar a Dios con la sinfonía más grande del mundo, con música, danzas, adorar a Dios con todo, con nuestra vida y con nuestro corazón abierto, dispuesto y humilde.

¿Quiénes deben alabar al señor?

Todo aquel que respira, ya que es ejemplo tangible de las bondades y bendiciones del creador.

Alabar y adorar al señor nuestro Dios se representa en este salmo como una orden a la humanidad, para alabar al señor desde lo más profundo de su alma, alabar en la humildad, alabar a Dios todo aquel que exista y que respire, cuando nosotros como hijos de Dios percibimos, recibimos y aceptamos las grandezas de nuestro señor, lo menos que podemos hacer es alabadle, reconocerlo, elogiarlo, engrandecerlo, y sobre todo agradecerle por su infinita misericordia con nosotros sus hijos pecadores, cuando entendemos que somos hijos de Dios y que nos ama con tanta profundidad, solo nos queda amarle también, exponedle nuestro corazón a Dios para que él sepa que nuestro corazón humilde, lo ama.

El salmo 150 está lleno de alabanza sin quejas y sin pedidos, nosotros como humanos al alabar a Dios mezclamos quejas y pedidos y son pocas las veces que le alabamos y le adoramos solo porque entendemos cuán grande es el señor, cuán grande es su amor, por eso desde nuestras almas, alabemos y adoremos al señor nuestro Dios porque él es el Rey de la vida.